Estoy esperando en frente de la máquina del café, como hago varias veces al día.
La máquina zumba y vibra.
Ahora está moliendo café sintético que creció en zonas que algún campesino sintético recuperó, deforestando alguna selva sintética.
Escucha, ahora vierte agua sintética sobre el café molido. Tres dedos, ní más, ní menos, para un perfecto espresso sintético.
Ah no, es un cortadito. El vaso (de plástico) da la media vuelta, ahora la máquina está ordeñando la vaquita feliz sintética, para producir unos gramos de leche en polvo.
Sin azúcar, gracias. El azúcar, aún el de plástico, produce lonja dramaticamente real.
Ya está. Una cucharita de plástico, y mi dosis de felicidad sintética de las 8:30 am está lista.
Me pregunto si Brian Eno, en su gran época creativa, compuso alguna música para distribuidores de café plasticoso.
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1 comentario:
Envidiame hoy sabado tengo dos fiestas infantiles de esas sinteticas!! con todo y show de lazy town.
Quiero un cafe [aunque sea sintetico]
Saludos de esos de pellizco en el brazo.
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