Estoy parado en un semaforo cualquiera entre Reforma y Revolución.
Me ajusto las mancuernillas y mi maravillosa camisa blanca.
Cuando entra el adagio de chelos, y se me eriza el cabello por el placer y la sorpresa.
Hoy soy tan vulnerable que no puedo fallar.
19/03/07
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1 comentario:
Ni el verde, ni mucho menos el magenta, quiza el azul, ustè no podra fallar!
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